Andrés Díaz, barbero desde hace más de cuatro años, nos cuenta acerca de la situación carenciada que vivió en su infancia y como esto es determinante para formar su “conciencia social”, elemento clave para su ayuda a merenderos. Además, nos comparte sobre los efectos económicos que tiene la cuarentena en Resistencia-Chaco sobre su rubro. “Esta situación me hizo ver que hay personas que tienen menos recursos que yo y la están pasando peor”, afirma Díaz.
Luis Vicencio: "Juguemos a que somos dos", una obra acerca de la inocencia perdida
El director de teatro Luis Vicencio da detalles del proceso de creación de la obra “Juguemos a que somos dos”, que se viene presentando en la sala La Máscara. Aborda temáticas relacionadas con la inocencia perdida, el juego y el consiguiente deseo de recuperarla.
Miradas CoolLa obra “Juguemos a que somos dos”, (luego de su estreno el viernes pasado) volvió a presentarse este viernes en “La Máscara”. En este sentido, el director Luis Vicencio, nos cuenta cómo fue el proceso de creación de la obra y cuál es la vivencia del rol de dirección. “Hubo un cambio de 180 grados en mi manera de pensar”, expresa.
La obra relata la situación en donde dos personas que se encuentran en un mismo espacio, juegan con “la pelota terapéutica” para relacionarse entre sí, obligados por el encierro en el que se encuentran. La premisa de esta es enfatizar en la inocencia perdida, el juego y el consiguiente deseo de recuperarla. La historia se plantea con temas que se encadenan entre sí pero que luego se transforma en algo distinto de lo que se espera, y que a su vez, el final deja a la interpretación del propio público.
La creación de “Juguemos a que somos dos”, aparece como un desafío para alguien que siempre se dedicó a la vida actoral, quién después de terminado el proceso, dice que desde este otro papel “el compromiso es mucho más grande”, y cuenta además que ese proceso fue fluctuante (llevó tres años) pero fructífero. Vicencio manifiesta el deseo de continuar a futuro con otros proyectos desde la dirección, y hace hincapié en el trabajo del director, a quién “se le amplía el espectro” por tener mayor cuidado y detalle de todo lo que suceda en escena.
El inicio de este proyecto nace en el 2014, en un curso de dirección dictado por Luciano Alpratto y avalado por el Departamento de Teatro del Chaco. Luis busca probar por un camino diferente al ya transitado, por lo que la dirección comienza a ser un objetivo para él. En el transcurso de ese tiempo las puestas en escena fueron construidas colectivamente mediante el uso de una técnica llamada “improvisación salvaje”, donde se le dictan pautas y situaciones a los actores para que realicen improvisaciones.
Chaco On Line:- ¿Cómo fue que surgió la idea de la obra?
Luis Vicencio: - El inicio de la idea llevó tres años de proceso y búsqueda. Comenzó como un trabajo de investigación en el marco del seminario de “clínica de dirección teatral”, realizado por el departamento de Teatro del Instituto de Cultura del Chaco, dictado por el profesor Luciano Alpratto. A partir de ahí a mí me interesó abordar la parte de dirección de actores. Entré al seminario con la propuesta de buscar otras cosas mas allá de la actuación y a raíz de eso comenzamos con esta obra que empezó con una idea, y que luego se disparó para otra. En el 2014 comencé con la búsqueda de los actores: con cuatro actores al principio y después en el proceso uno se va, otro se queda y terminaron quedando dos actores que son los que estuvieron el viernes en el estreno. Fue un proceso muy fructífero y muy productivo, porque aprendí de los chicos y a la vez los chicos aprendieron de mí.
COL: -Se encontraron muchas dificultades?
LV: -Muchas dificultades. Por ahí por no ser un grupo fijo hace que uno no tenga un lugar donde ensayar, a veces con ese tema se nos complicaba o tema horarios también, pero fue una buena experiencia.
COL: -A qué conclusión se llegó con la idea medular de la obra?
LV:- La idea medular de la obra es la del encierro, con actores que estaban en un determinado lugar, que a la vez se relacionaban pero sin vínculo, es decir, lo hacían por compartir ese mismo espacio. La otra propuesta que siempre estuvo es la de la pelota terapéutica, estas dos fueron las propuestas madres.
COL: -¿Qué significan estos “dos simbolismos de la pelota y el encierro”?
LV:- Básicamente me interesaba trabajar una obra que no sea “normal” en el sentido de investigar qué pasaría si dos personas se encontraban en un lugar y no tenían relación una con la otra, eso era lo de la parte del encierro. La parte de la pelota me remitía más a lo que tenga que ver con el juego, como mezclar ambas temáticas. Hoy en día la obra después de tantas búsquedas, tanta investigación, la idea del encierro quedó a un lado y se mantuvo la idea del juego con la pelota como idea madre. Y empezamos a probar y buscar diferentes cosas hasta que finalmente quedó.
COL:-¿Cómo fue que decidieron el nombre de la obra?
LV:- Fue una batalla porque teníamos todo armado y no sabíamos como encararlo, decíamos: estamos trabajando el juego, son dos personas que están en ese lugar y salen con un tema, salen con otro. Entonces dijimos bueno probemos, lo pensamos lo probamos y nos gusto el nombre.
COL: - ¿Qué enseñanza quiere dejar la obra?
LV:- Básicamente, la obra trabaja mucho lo que es el juego. Los actores utilizan mucho objetos en relación a el, trabajan mucho con esa temática, hay un par de temas que se van desencadenando en el transcurrir de la obra, que va llevando a otra cosa. Uno cuando empieza a verla no se imagina que vaya a terminar en eso. Tiene más que nada el tema de la inocencia en el juego.
COL: -Los personajes puestos en escena ¿representan a personas de la vida diaria?
LV:- Pueden ser los casos de un joven que extraña su niñez o un niño que no puede jugar. Básicamente lo que esperamos con esta propuesta es que el público construya su propia mirada a partir de lo que vaya viendo. Es una obra abierta.
COL:- ¿Qué influencias utilizaron para su construcción?
LV: -Utilizamos lo que se llama improvisación salvaje: le das a los actores unas determinadas pautas y a partir de ahí comienzan a improvisar y ver qué sale. Como es una dramaturgia actor-director llegó un momento que no sabíamos para donde disparar e ir encarando el tema, Luciano me aconsejo que incorpore la pelota y le dé consignas. A partir de ahí, fuimos creando y registrando todo.
COL:- Sentís que este inicio de director ¿puede darte una apertura hacia otros proyectos?
LV:- Puede ser que sí. Siempre lo digo: cuando uno va a debutar como actor es como que va a parir un hijo: cuesta. Están los nervios y la vergüenza, pero más alla de eso se puede generar otra mirada, otra temática como director, pero vamos a ver…Yo creo que sí.
COL:- ¿Y cómo fue que te animaste a dar ese paso de actor a director?
LV:- Tenía interés en descubrir el lado de la dirección. Quería probar otra temática más allá de la actuación. Hay personas que le gusta actuar más que dirigir, y viceversa. A mí por lo general siempre me gustó actuar, pero tenía ganas de descubrir ese otro lado: la dirección de actores, la conformación de una puesta en escena, pensar la estética, el vestuario, etc.
COL: -Te amplía el espectro al ocuparte de otras áreas?
LV: - Sí, porque uno como director se encarga de cuidar hasta el último detalle de la obra. Esta tarea te obliga a tener un cuidado de pie a cabeza. El compromiso es mucho más grande.
COL:- De esos tres años hasta ahora ¿hubo una evolución en tu manera de pensar y encarar este proyecto?
LV: -Sí, al principio de este proyecto yo estaba en una actitud relajada de decir “ya la tengo clara”, pero después en el momento de hacerlo te das cuenta que no es asi. No es fácil el camino de la dirección, y más cuando uno recién comienza. Hubo una peripecia como se dice en el teatro (cambio repentino de los acontecimientos) en mi manera de pensar.
LUCAS EZEQUIEL GONZÁLEZ
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